Los estudiantes estaban pensando en dar un golpe más firme: tomarse la Casa Central. “Era el paso final porque ya veíamos que esta cosa no se resolvía. Habíamos probado todo tipo de movilizaciones, y ya todo el mundo sentía que así como había ocurrido el ‘86, luego de ese paro nacional, nada era suficiente para doblegar al poder de Pinochet”, recuerda Quintana.