En Cuba ya existía un timbalero mayor con su monarquía asegurada hasta la eternidad, su nombre era Luciano Pozo González, para los amigos “Chano”. Pequeño en estatura, moreno y extrovertido, con dones innatos para la música y la percusión, Pozo era de una familia muy humilde, vivía en uno de los solares más pobres de la Habana, donde fueron a vivir la primera generación de esclavos libertos a la ciudad.