Son pocos, todavía. Pero están, y convocan con entusiasmo, aliándose con la represión policial y el hastío patriarcal que generan las movilizaciones feministas. Va a llegar el día en que van a dejar de ser anecdóticas expresiones violentas que conocimos este año. Ese va a ser el día en que la desidia triunfó sobre la necesidad siempre urgente de declararse antifascistas.