¿Qué tipo de ruido haremos al despedazarnos?/ ¿Algo parecido al crust, al punk, al death metal?
Un ponencista suelto en Bogotá (cap. XIII y XIV −final)
Esta es una pesadilla con la que ha soñado tantas veces, que ahora que comienza a rielar el decorado y sus personajes, el ponencista no puede sino fascinarse con su horripilante ejecución.
Un ponencista suelto en Bogotá (cap. XI y XII)
Ahora bien, si el club nocturno es la noche sin concesiones ni remisión, el “Mol (sic) es su previsible anverso. En su recinto se sucumbe a la luz del día sin sol. Los habitantes se someten a este espacio para vivir bajo la claridad sin calor del reflector.
Alan García, a galope.
Quiso ser el rey, pero nunca pasó de ser un caballo acostumbrado a escapar saltando por encima de todas las piezas que le salían al frente. Al final se encontró acorralado por los peones (jueces y fiscales) que tanto despreciaba. Caballero nomás, Caballo Loco.
Un ponencista suelto en Bogotá (cap. I y II)
Falta un día para su viaje a Bogotá y acaba de darse cuenta de que su ponencia no aparece en el programa. El problema no deja de ser grave con ascendente catastrófico pues plantea en último término la negación radical de su ser ponencista; pone en entredicho la misma nominación ontológica del autor de ponencias ―y sin él, no sabemos qué sería de este texto.
Paraíso Inc (fragmentos)
Pero es que ni siquiera nos alcanza / para autores, zarigüeya, / ni siquiera para escribidores, / menos aún para artesanos. / El limbo es un buen lugar / para zánganos como nosotros.
Furia diamante: el lector ante el abismo
Tramas aparentemente imposibles, pero no inverosímiles, porque en la prosa de Tentoni todo cobra vida y de ahí que nos deje estupefacto, sobre todo gracias al ángulo, a la perspectiva desde la cual se nos narra.