Estos textos, digamos crónicas, muestran a un Pezoa agudo en sus observaciones, de humor filoso y sano desprecio por la autoridad. Ya sea describiendo los hábitos de la calle Viana o la compleja vida social que se desarrolla en los alrededores del Marga-Marga, su prosa parece alimentarse tanto de su oficio de versificador como de ciertas inquietudes antropológicas propias de la mejor crónica chilena del siglo XX.