El asfalto ardiente, los cajeros fundiéndose, el rojo y el verde de los semáforos derritiéndose, se volvieron, parafraseando a Lenin, “en la fiesta de lxs oprimidxs”. La propiedad privada era arrebatada y colectivizada. Era necesario derribar las estructuras de la vieja sociedad para poder crear lo otro, que no tiene nombre previo, pero que es un sentimiento común.
Voces del conflicto. De la trinchera a la constituyente
«El primer día que me encapuché estaba en la plaza y vi que faltaba ayuda. Me metí de una y rápidamente encontré mi lugar».