La trilogía Memorias invertidas realiza un ejercicio con el que estábamos en deuda. Se trata de apostar por reconstruir una historia propia, crear la secuencia de los acontecimientos políticos llevados a la ficción dramática y enfrentar las dificultades de un pasado que se encuentra, a la vez, demasiado distante y aún sin resolver. Funcionará ahora como una coordenada que ancla escénicamente el empeño que otras producciones culturales maricas han venido haciendo en las últimas décadas: reivindicar una memoria rosa, torcida. O inventarla ahí donde lo que aparece son los vacíos, mezclando tiempos, leyendo los archivos a contrapelo y haciendo un mínimo de justicia al recordar a quienes pusieron el cuerpo antes que nosotres.
La parodia y el «outing», dos estrategias políticas de los activismos de disidencia sexual
Utilizar la ironía en nuestros activismos nos advierte, al mismo tiempo, de cómo las vidas de mujeres y disidentes sexuales han estado siempre narradas bajo las retóricas de la vergüenza, el ocultamiento y el estigma, a la vez que permite hacer de este dolor una herramienta de lucha no-victimizante.