Me gustaría discutir la hipótesis que deja entrever el reportaje, sin ningún fundamento, porque culpa a la pandemia y al exceso de vida frente a la pantalla de los adolescentes como la causa de un aumento exponencial del deseo de transicionar de NNA. Como si se vieran influidos por la pantalla. En vez de plantear este supuesto como un problema causado por el tiempo que las niñeces y juventudes pasan en internet informándose y conociendo a referentes de diferentes partes del mundo, más bien habría que entenderlo como vidas que se emancipan más jóvenes del yugo del binarismo de género y que tienen más acceso a información sobre sexualidad.