En 1926 una chiquita afroperuana juega con sus vecinitas en un barrio popular de Lima, hasta que se acerca otra nena blanca y le dice al grupo “si juega esa negrita yo me voy”, el corro de compañeritas se junta y después de un momento de deliberación le dicen a la niña “Victoria, debes irte”. Ese día la pequeña entendió lo que significaba socialmente poseer el color tostado en su piel.